Diversión, viajes, cine y vida en familia

Hay aventuras que, aunque pasan los años, se quedan con nosotros. Hace diez años subimos por primera vez al Monte Guilarte, una experiencia que quedó grabada en nuestros corazones. Recuerdo a Mariana y Guillermo, entonces tan pequeños, corriendo emocionados, con los ojos llenos de asombro al ver la inmensidad de la naturaleza a su alrededor. Era una simple caminata en familia, pero para mí, fue el comienzo de un legado de momentos que aún hoy compartimos.
Bosque Guilarte / Junio 2014:
Una década más tarde, volvimos a revivir esa experiencia, pero con un giro especial. Esta vez, Guillermo fue el líder de la travesía. Verlo tomar la iniciativa, documentando cada paso del camino como lo hice yo hace años, me hizo darme cuenta de cuánto hemos crecido, no solo físicamente, sino también emocionalmente como familia. Mariana, nos acompañó con la misma alegría que tenía de niña, pero ahora con una madurez que me llena de orgullo. Mariel y yo, hicimos nuestro esfuerzo para lograr esta travesía. Llevamos cada uno un backpack con meriendas, frutas, agua, soga, toalla pequeña, kit de primeros auxilios, binoculares, ponchos y manta. Nos tomo como 54 min en subir y bajar. Importante no dejar rastros «Leave no traces».
Cada paso que dimos hacia la cima del Monte Guilarte fue un recordatorio de que, como familia, hemos recorrido muchos caminos juntos. Pero este no es solo un recuerdo más; es parte de un legado que mis hijos continúan construyendo, uno que espero ellos también compartan con sus futuras generaciones.














Este tipo de experiencias son mucho más que simples excursiones. Son momentos que fortalecen nuestros lazos, que nos enseñan a disfrutar de lo simple y a apreciar el tiempo que tenemos juntos. La naturaleza siempre ha sido nuestro escape, un lugar donde podemos desconectarnos del ruido del día a día y conectarnos con lo que realmente importa: nosotros mismos.
Subir nuevamente el Monte Guilarte me hizo reflexionar sobre el valor de estas aventuras en la crianza de mis hijos. Les enseñan a ser resilientes, a enfrentar desafíos y a valorar la belleza de lo que nos rodea. Pero más que todo, les enseñan a atesorar los momentos en familia, esos que con el tiempo se convierten en las historias que recordamos una y otra vez.
Las aventuras en familia no solo crean recuerdos inolvidables, también ofrecen numerosos beneficios para el desarrollo de los niños y fortalecen los lazos familiares:
Este viaje me recordó que cada aventura, por pequeña que sea, tiene el poder de marcar nuestras vidas. Hoy, más que nunca, valoro cada momento que paso con mi familia, sabiendo que estamos creando recuerdos y al mismo tiempo, construyendo un legado que perdurará en el tiempo.
¿Cuáles son las aventuras familiares que más recuerdas? ¿Tienes alguna experiencia al aire libre que haya marcado un antes y un después para ti y los tuyos? ¡Cuéntanos en los comentarios! Nos encantaría saber más sobre las aventuras que han dejado huella en tu familia.
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