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Un Piccolo Trip lleno de historia, sabores y vistas impresionantes.
Regresamos a San Francisco después de varios años, esta vez con una semana para explorar no solo la ciudad, sino también dos de los parques nacionales más icónicos de California: Yosemite y Sequoia. Los días eran cortos y el itinerario ajustado, así que nos concentramos en descubrir lo esencial, disfrutar el ambiente y vivir experiencias auténticas. Algunos recorridos los hicimos en carro alquilado y otros con el popular Big Bus Tour, ideal para moverse sin estrés y aprovechar cada parada.
Sabemos que nos faltaron lugares por visitar y escenarios diferentes por descubrir… pero esa será otra excelente excusa para regresar de nuevo.
Aquí te compartimos los lugares que más disfrutamos durante nuestro Piccolo Trip 2025.






Uno de los lugares que más nos cautivó fue Chinatown, el barrio chino más antiguo de Norteamérica y uno de los más grandes fuera de Asia. Entrar por el icónico Dragon’s Gate, en la esquina de Bush y Grant Avenue, es como cruzar una frontera cultural: faroles rojos, templos, tiendas de hierbas, mercados con frutas exóticas y restaurantes donde el aroma del dim sum te invita a quedarte.
Regresamos varias veces porque el ambiente nos fascinó: su energía, su historia y sus rincones fotogénicos. Un consejo: prueba el té artesanal o los tradicionales “fortune cookies” en el Golden Gate Fortune Cookie Factory.






El corazón turístico del puerto de San Francisco. Aquí la brisa marina se mezcla con el olor a pan sourdough recién horneado y mariscos frescos. Paseamos entre tiendas y restaurantes, admirando la vista hacia la bahía y la isla de Alcatraz al fondo.
En el Pier 39, los protagonistas son los simpáticos leones marinos, que descansan perezosos sobre los muelles flotantes. Este es también un excelente punto para comprar recuerdos, probar un clam chowder en pan de masa madre y ver el atardecer sobre el Golden Gate.





El símbolo eterno de San Francisco. Cruzamos el Golden Gate Bridge en auto y nos detuvimos en el Golden Gate Bridge North Vista Point y en Battery Spencer, donde la vista es simplemente espectacular. Desde ahí, el puente rojo se recorta sobre el azul de la bahía y, si el clima lo permite, puedes ver hasta la ciudad y Alcatraz.
Eso sí, prepárate para el viento frío característico del área… ¡vale la pena por la foto perfecta!





Un escenario de ensueño que parece sacado de una película (y de hecho, lo es). Construido para la Exposición Internacional Panamá-Pacífico de 1915, el Palace of Fine Arts es uno de los lugares más fotogénicos de San Francisco.
Sus columnas y cúpulas reflejadas en el lago crean un ambiente tranquilo ideal para caminar, hacer un picnic o simplemente contemplar el arte y la arquitectura. Un oasis en medio de la ciudad.


Conducir por la famosa Lombard Street, conocida como “la calle más torcida del mundo”, fue una experiencia divertida. Con sus ocho curvas cerradas y jardines impecablemente cuidados, es uno de los lugares más filmados de la ciudad. Es mejor recorrerla temprano para evitar el tráfico y disfrutarla con calma.






Ubicada en la cima de Telegraph Hill, la Coit Tower ofrece una de las vistas panorámicas más impresionantes de San Francisco. Desde arriba, se puede admirar toda la bahía, el Golden Gate, Alcatraz y el centro de la ciudad.
En su interior también se pueden ver murales de los años 30, que representan escenas de la vida en California durante la Gran Depresión.


El corazón comercial y urbano de San Francisco. Aquí abundan las tiendas, los artistas callejeros y los cafés. Es un buen punto para iniciar un recorrido por la ciudad o simplemente observar el movimiento desde una terraza. Durante el invierno, la plaza se llena de luces y una gran pista de patinaje sobre hielo.


Las icónicas Painted Ladies son las coloridas casas victorianas del parque Alamo Square, famosas por aparecer en la serie Full House. Verlas en persona fue un “must” del viaje. Desde el parque, la vista combina las casas del siglo XIX con los rascacielos modernos al fondo, una postal clásica de San Francisco.





Pasamos por el legendario barrio Haight-Ashbury, epicentro del movimiento hippie de los años 60. Las calles están llenas de tiendas vintage, murales coloridos y cafés alternativos.
Al final de la ruta, nos encontramos con una grata sorpresa: La Parada 22, un restaurante puertorriqueño que nos transportó de inmediato a casa. Entre arroz con habichuelas, pernil y mofongo, disfrutamos de ese sabor boricua que siempre reconforta, ¡aunque estemos a miles de millas del Caribe!


Mientras recorríamos la ciudad con el tour del Big Bus, pudimos admirar la Transamerica Pyramid, uno de los rascacielos más reconocidos del skyline de San Francisco. Su forma triangular la hace única y simboliza la arquitectura moderna de la ciudad.





Moverse por San Francisco fue parte de la aventura. Combinamos el Big Bus Tour, perfecto para conocer los lugares icónicos con paradas libres (“hop-on hop-off”), con el carro de alquiler, que nos permitió explorar a nuestro ritmo.
También nos dimos el gusto de viajar en los clásicos tranvías de cable, esos que suben y bajan las empinadas calles y que son casi un símbolo viviente de la ciudad. Aunque a veces estaban llenos, logramos montarnos varias veces, disfrutando de la experiencia completa.
Adquirimos un pase de transporte que incluía guaguas, tranvías y otros medios públicos, una opción práctica si planeas moverte bastante por la ciudad.
Aunque el tiempo fue corto, pudimos disfrutar lo mejor de San Francisco: su mezcla de historia, cultura, paisajes y sabores. A los chicos les encantó especialmente Chinatown, pero cada rincón tenía su encanto particular.
Nuestra misión principal era también explorar los parques nacionales de Yosemite y Sequoia, pero esa… es otra historia que pronto les contaremos en el blog.